Este pequeño pastel, compuesto por un crujiente merengue sobre una base de hojaldre y coronado con yema tostada o glaseado, es un verdadero tesoro de la repostería vasca.
Una emblemática joya culinaria de la costa de Euskadi. Aunque su origen es desconocido, se cree que este plato nació como una receta de aprovechamiento por parte de los pescadores vascos.